42 EPÍLOGO DE LA HUELGA DE RÍO BLANCO. 8 DE ENERO DE 1907 , Fernando Castro Pacheco
Por órdenes de Porfirio Díaz y de los empresarios, en varios furgones de ferrocarril fueron conducidos a la costa los cadáveres de los obreros muertos por los federales, para ser arrojados al mar. Es cosa sabida por todos que un tal García y los dueños de las fábricas de Río Blanco, Veracruz, brindaron con copas de champaña por la feliz terminación de la huelga hilandera. También se hizo un brindis por la salud de Díaz.